sábado, 4 de octubre de 2014

¿Y esta loca qué hace allí tan lejos?

Porque fundamentalmente lo que la gente me dice cuando les anuncio que me voy a trabajar a Japón es: "¿Japón? Pero eso está muy lejos, ¿no?", y una, frente a un comentario tan cierto y que a la vez aporta tan poco, se queda un poco descolocada. ¿Qué se responde a eso? ¿Qué sí? Que Japón está lejos ya lo sabemos todos, evidentemente. "Sí, bueno, pero total ahora, con el móvil y el ordenador..." y la conversación vuelve a estancarse en una oda a los avances tecnológicos.

Así que dejad que os cuente cómo demonios he acabado aquí, y por qué tenía tantas ganas de venir en primer lugar.


Erase una vez una niña apasionada de la lectura, que leía cualquier cosa que le caía en las manos, en cualquier momento y en cualquier lugar. Y fijo que vosotros ya sabéis que hay libros que te cambian la vida, aunque en el momento que los leas no seas consciente de ello, o ni siquiera sepas que tal cosa puede pasar. Hay libros extraordinarios que nunca nos dejan del todo, aunque no los leamos en años, y que marcan en nosotros una huella indeleble que nos altera.

De este tipo de libros casi mágicos es la saga de El Círculo del Crepúsculo, escrita por Ralf Isau. Son cuatro libros, y recuerdo leerlos con una avidez loca y volverlos a releer con las mismas ganas, recuerdo esconderlos debajo del colchón y descubrir algo nuevo cada vez que los volvía a visitar.

Y os preguntaréis, ¿qué tienen que ver estos libros con que te obsesionaras con Japón? Pues estos libros son la razón tanto de ese amor a lo nipón como del interés por la Historia. David Candem es el protagonista, un niño que nace con cierta magia y cien años de vida para cambiar el curso de la historia durante el siglo XX.

David Candem también nace en Japón, hijo de unos trabajadores de la embajada británica, y la primera década de su vida transcurre allí. Ralf Isau aprovecha para ir dejando caer gotitas de información sobre Japón, sobre su cultura, su idioma, sus costumbres... Y esas gotitas me fueron enganchando a algo que era tan nuevo y distinto, fascinante y extraño. Eso fue el germen de todo.

Por supuesto, luego vinieron el manga y el anime, ya en la adolescencia, y con ellos las telenovelas, y las películas, y las canciones, y los actores y los cantantes y un interés renovado por ese idioma tan extraño y esa forma de hacer las cosas tan distintas, la fascinación y las ganas de aprender más... Y de verlo de cerca.

Y esas ya no se fueron. Se quedaron ahí agazapadas, esperando a que terminara la carrera y el máster, esperando su oportunidad.

A decir verdad nunca me creí muy enserio que esa oportunidad fuera a llegar algún día, porque cuando se quiere algo tanto parece imposible que se vaya a lograr. Pero llegó, y esta entrada la estoy escribiendo desde Japón, aunque mi cerebro todavía no acabe de registrar que estoy aquí de verdad (y eso que ha tenido 20 horas de viaje y un par de peripecias en aduanas para hacerse a la idea).

No sé cuánto me voy a quedar aquí, ni cómo me irá, ni si al final resultará que los sueños cuando se cumplen pierden algo de gracia y encanto, pero de momento estoy dispuesta a aprovecharlo al máximo y sacarle tanto partido como sea posible.

Las grandes aventuras son sólo sucesiones de aventuras más pequeñas, y aquí pienso contaros todas y cada una de las que viva en Japón.

3 comentarios:

  1. Mi gustar blog. Mi disfrutar leyendo. Tu deber escribir a menudo. Tu no deber hacer como Burdeos.

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  2. Me encanta la última frase... es súper bonita *__*
    Y reitero lo que dice Bea acerca de escribir a menudo xD

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