jueves, 15 de enero de 2015

En resumiendo

Que yo me rindo, que esto no es para mi. Que cada vez que pienso en hacer una entrada me da pereza, y lo dejo para luego, y luego se junta con otras cosas, y acabo con dos meses de acontecimientos a resumir, y así no se puede. Dimito.

... Dimito después de esta entrada, ya si eso. Que ahora ya la empecé y no es plan de dejarlo a medias.


¿Sabíais que me fui a Seúl? Porque me fui a Seúl. Vale, sólo fueron dos días, pero aún así estuvo bastante bien... Aunque hizo un frío del demonio. Tipo máximas de -8ºC. Para que os hagáis una idea, llevaba una camiseta interior térmica, un jersey, otro jersey de punto encima, y una parka abrigadita, una bufanda y dos pares de guantes. Y AÚN ASÍ HACÍA FRÍO. Si es que a mi quién me manda meterme en estos jaleos.

El caso, que visité el Palacio de Gyeongbokgung, que por cierto es casi tan grande como el largo el nombre que le fueron a dar. La verdad es que presta pasearse por allí, porque entre que estaba todo cubierto de nieve y hielo y hacía un frío del carajo, tampoco había muchísima gente, y el sitio es muy bonito. Para prueba un botón:


La entrada principal. A las otras veinte que debía haber detrás no les saqué fotos, pero todas por el estilo, tamaño aparte.


Los pabellones los tenían abiertos. No podías entrar, pero por lo menos veías qué tenían dentro. Lo de las escaleras igual en todos. Di tú que viendo la de nieve que cae, y que la calefacción es invento reciente, tampoco les discuto que construyeran en alto.


Esto es más para que os hagáis una idea del fresquito. Hacía algo de viento, y sol, y de vez en cuando algún carámbano rompía y caía. Le da un regustillo especial al turisteo eso de arriesgar la vida o por lo menos un ojo, no os creáis.





Un estanque enorme y precioso. Y heladísimo, también.



Un guardia disfrazado durante el cambio de guardia. El frío que tienen que pasar los pobres.


Y señores importantes cuya identidad desconozco, pero que sospecho son reyes o similares. Estaban los dos en una plaza en frente del palacio.

Y a parte del palacio la verdad es que no tuve tiempo a mucho más. Me fui de compras a una calle de artesanos y souvenirs Ingsadon o algo así, y me fui a comer con una chica que se me había ajuntado en el palacio. Sopa de rodilla de buey, porque si te vas a sitios lejanos y no comes cosas raras no tiene gracia. 

La foto se la he robado miserablemente a Google, pero tiene estas pintas. Estaba rica.

Lo más interesante del viaje llegó en el aeropuerto, porque en Nagoya había nevado y por lo tanto se había cancelado mi vuelo. Así que tuve que arreglármelas con la aerolínea, que me decía que contactara el sitio donde había comprado los billetes, cuyo teléfono de contacto había cerrado hacía dos horas porque en Japón todo cierra a las cinco de la tarde. Al final conseguí un vuelo para el día siguiente, pero tuve que buscar wifi por todo el aeropuerto para contactar con una amiga y que me reservara un hotel para pasar la noche porque mi batería se moría y mi móvil apenas cogía conexión. Todo divertidísimo. Al final encontré vuelo y hotel, pero en fin.


Aquí la que había caído en Nagoya.

Por lo demás, aquí la Navidad no se celebra como en España. Aquí es una fiesta más para parejas que para familias, no es festivo y la gente trabaja, y la comida tradicional es pollo frito (a ser posible del KFC o similares) y pastel. Así que una se adapta como puede, y después de salir de clase de japonés (que por cierto había empezado a ir justo el 25 de diciembre), se hincha a pollo frito (semi-casero) y pastelillos navideños.



Lo que sí se celebra en familia o por lo menos de forma más tradicional (o tradicional como nos pueda parecer a nosotros, que si el pollo frito del KFC es una tradición navideña en Japón no somos quiénes nosotros para discutírselo) es el Año Nuevo. Como detalle os diré que al igual que en España Correos tiene cientos de paquetes amontonados en Barajas por falta de personal, en Japón se contrata a trabajadores extras para que los millones de tarjetas felicitando el Año Nuevo lleguen exactamente el día 1 de enero, y no sigo que las comparaciones son odiosas (sobre todo para el que sale perdiendo).

El caso es que yo me fui de viaje, un par de días a Osaka y otro par a Tokio, porque cuando tienes una semana de vacaciones pues no te da para lujos. De todos modos me dio tiempo para encontrarme con la gente que quería y lo pasé pipa.

Resumen de Osaka:



Luces de Navidad.



Un niño paseando su pato. La hermana lleva dos pájaros al hombro. Cosas de Osaka, que sé yo. Amemura es un lugar extraño.



Fui a un café de gatos, pero ya especificaré cuando haga la entrada sobre los cafés de animalitos (porque los hay de gatos, de conejos, de búhos, de cabras...)




Templos con... ¿Doraemon? Y otras divinidades más tradicionales.



Y grullas. Muchas grullas. Miles de grullas.




Estos son Mizuko y si os parecen monos y os interesan, lo buscáis en Google, porque son muy cucos pero luego te enteras de lo que son y te da así como un no sé qué.



Desde Osaka cogí un avión a Tokio, y llegué el 31 sobre las 23.30 de la noche... Cosa buena que la visita al templo se puede hacer a la hora que quieras, no son tan tiquismiquis como en España con las uvas. Así que dejamos mi maleta en las taquillas de la estación y nos fuimos a buscar un templo que no estuviera a rebosar. Básicamente echas una monedilla de cinco yenes, das palmas un par de veces, inclinas la cabeza, pides tu deseo, vuelves a dar palmas y te vas a disfrutar del resto del templo. Tenían puestos vendiendo amuletos, y papelitos en los que pone tu suerte para el año (me tocó decentemente buena, por cierto), y ya tirando para fuera comida.

Mi cena consistió en amasake, que es sake dulce, caliente y sin alcohol. Da un poco de asquete porque es blancuzco y grumoso, y encima con el frío que hacía se templó en seguida, pero bueno, todo hay que probarlo. También compramos calamar, patatas cocidas con mantequilla, y takoyaki.


Si vas a comer calamar que sea a la plancha y ensartado en un palillo afilado.

Que por cierto, si os lo estabais preguntando, sí, principalmente lo que hice en Tokio se resumió en comer como una cerdita. Que para eso no tuve cenorras de Navidad. 


Tsukemen, que es como el ramen, pero tienes que coger los fideos e ir mojándolos en la sopa de la que los comes, tipo el soba.


Unas hamburguesas gloriosas. La mía llevaba aguacate, guacamole y queso. La del fondo chili.


Me fui con unos amigos al Mercado de Tsukiji, que es famoso por la cantidad de gente que va y por lo bueno que es el pescado fresco que venden. También tienen restaurantes, y allí nos paramos a comer. Arriba, sushi en un bol: arroz, pescado crudo y sabe Dios qué llevaba. Abajo, sushi del normal, pero riquísimo, y el paisanín preparándolo, porque lo hacían delante tuyo.





En Japón se piensan que Hawaii es famoso por sus tortitas, así que fuimos a un restaurante de tortitas bastante famosillo al parecer, y yo me pedí una tostada francesa porque las tortitas de Hawaii son tan famosas como las que puedas hacer tú en tu casa, y los japoneses lían conceptos de una forma fascinante. Os pongo la foto bien grande porque hawaiana o francesa o como fuera, lo merece. Y además me gusta daros envidia, para que nos vamos a engañar.


También fui a un café de conejitos, y los achuché a todos y les di mimitos y eché mucho de menos a Ninjin. De nuevo, más detalles acerca del tema cuando haga la entrada de los cafés de animalitos, pero a ver si adivináis cual era mi favorita. Es fácil. Si conocéis a Ninjin. Que por cierto, les dije a las chicas que trabajaban allí que tengo una coneja que se llama Ninjin, y mientras dos se doblaban de risa (¡por fin la gente coge el chiste!) la otra me miró con cara de "esta pobre está loca" y me preguntó "Significa... zanahoria...?" con cara de albergar la esperanza de que yo me hubiera equivocado de significado al ponerle el nombre.

En fin, que una vez de vuelta a la triste realidad lo único que me animó un poco fue una cena de trabajo para celebrar el Año Nuevo, aunque fue un tanto raruna porque acabar sentada entre tus dos jefas, hablando tres idiomas a la vez, e intentando asimilar las pintas que lleva la gente en cuanto se quitan el uniforme es lo que tiene. Pero bueno. La jefa pagó la mayor parte, era un todo-lo-que-puedas-comer-y-beber de barbacoa estilo yakiniku, los chicos no dejaban de echarme comida al plato y me puse fina. Así da gusto.

El domingo tuve otra fiesta, esta vez organizada por un grupo que se dedica a ayudar a extranjeros y organizar eventos para acercar la cultura japonesa a los extranjeros y otros idiomas y culturas a los japoneses. Tenían comida, e hicieron juegos. Incluso dejaban intentar aporrear mochi que luego sirvieron. Fue interesante, porque además te ponían una pegatina con tu país de origen y me asaltaron varios japoneses hablándome en español como buenamente podían... Es oírlos, imaginarte como tienes que sonar tú en japonés, y que te venga así como un escalofrío...

Y por último, en un esfuerzo por salir de casa en mis días libres en contra del frío y la pereza, ayer me pasé por el Castillo de Nagoya. Quiero ir otro día que haga mejor tiempo porque con el cielo encapotado (¿quién lo desencapotará?) no luce igual. Pero de todos modos es precioso y como está reconstruido y todavía están en ello tienen una zona por donde puedes ver como trabajan, y coger trozos de la madera que desechan porque huele genial.



Para que veáis que nadie me robó la cámara y fue por mi.


También fui a un par de museos, pero tanto los detalles del Castillo como los de los museos os los reservo para un día que pueda ir con tiempo y sacar fotos a gusto y enseñároslo todo en condiciones... Y cuando no sean ya las 12 de la noche, que nunca sé qué les pasa a las horas entre las 9 y las 12 pero vuelan, y mañana madrugo.

Os dejo un adelanto:







Y para terminar, una canción de ONE OK ROCK, porque llevo escuchándolos todo el día y me apetece.


5 comentarios:

  1. El de la primera estatua es Sejong el Grande, rey de Corea e inventor del hangul. Fue un mecenas de las ciencias en la corea medieval y esta considerado el padre de la patria coreana. Fer dixit.

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  2. Ah, el segundo es Yi Sun Sin, almitante de la flota coreana frente a la invasion japonesa e inventor de los barcos tortuga coreanos. Fer again.

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  3. Necesito que alguien importe los cafes de gatitos. Por lo demas me da la impresion de que lo unico que haces es ponerte fina, pero recetas para Marina ninguna... jajajajaja
    Ayer me llego tu postal, yo te escribi una pero se me paso la navidad buscando un momento para enviarla, si te llega en marzo no te extrañes demasiado.
    Te quierooo <3

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  4. Ni se te ocurra dejar de escribir en el blog.
    Aunque sea una vez al mes, pero escribe, que mola un montón leer y ver las fotos (aunque la mitad sea de comida).
    Al gato ese que pusiste del café, parece que le intentaron teñir medio pelaje de azul y les salió mal xD Es como un gato desteñido o a medio teñir, no lo tengo del todo claro, pero me hace gracia.
    Por cierto, el castillo de Nagoya me recordó al de Takeshi Kitano, el tío de humor amarillo. No tiene ningún tipo de relevancia, pero ahí está.

    ¡Espero leer otra entrada el 15 de Febrero!

    P.D Lo del pollo del KFC no tiene nombre, mare de Deu.

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  5. Mira gracias a ti he descubierto lo de los mizuko kuyo xD esa será mi próxima entrada en mi pagina de Hinotama :P

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